LA «CIENCIA» DE LA CREACIÓN DESENMASCARADA.

Desde finales del siglo XIX ha ido tomando fuerza, paulatinamente, una corriente «pseudocientífica» llamada «Creacionismo» encabezada por los fuertes grupos fundamentalistas evangélicos de los Estados Unidos, que entre otras ideas rechazan enfáticamente la teoría de la evolución darwiniana, sostienen que la antigüedad del Universo no supera los 6.000 a 10.000 años y defienden la existencia de Adán y Eva y el Diluvio Universal de Noé, afirmando que la lectura literal del libro bíblico Génesis, es realmente una «ciencia»…

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por Lenny Flank
(c) 1995
Traducción por Hernán Toro

«Las convicciones -decía Nietzsche- son más peligrosas para la verdad que las mentiras. Y acompañadas de fanatismo oscurecen por completo el entendimiento.»

Los «creacionistas»sostienen que el Universo y todos sus objetos, incluyendo los seres vivos, han sido creados repentinamente a partir de la nada, y que la vida es obra exclusiva de un ser superior. Añaden, además, que las mutaciones y la selección natural son insuficientes para generar el amplio conjunto de seres vivos que habitan nuestro pequeño planeta. Aseguran que todo intento del hombre por repetir semejante hazaña está condenado al fracaso; esto es, la creación de la vida es oficio exclusivo de Dios. Argumentan, adicionalmente, que la antigüedad que los astrónomos y geólogos atribuyen al mundo peca por exceso.

Hay asimismo gran variedad de personas que se adjudican el manto de «Científicos de la Creación». Casi todos ellos vienen del ala fundamentalista protestante del cristianismo … Una cosa que tienen todos en común es su creencia en una Biblia inerrante, que es literalmente correcta en todos sus manuscritos originales, acerca de todos los temas, incluyendo su descripción de la creación, Adán y Eva y el Diluvio Universal de Noé.

Como en cualquier movimiento religioso o político, hay varias escuelas de pensamiento creacionista, separadas por diferencias doctrinales en sus interpretaciones de la Biblia. (De acuerdo a una fuente, en 1984 había no menos de 22 organizaciones creacionistas nacionales en los Estados Unidos, y al menos 54 organizaciones estatales y locales.)

Así, la facción «día-era» del creacionismo argumenta que los «días» a los que se refiere Génesis son realmente enormes extensiones de tiempo, y no días de 24 horas. Tal vez el más conocido de los grupos «día-era» actualmente son los Testigos de Jehová.

Otra escuela de pensamiento es la de los teóricos de la «brecha», quienes argumentan que hay un lapso de tiempo no mencionado entre el primer y el segundo versículo de Génesis, y que el evento de creación en seis días no sucedió sino después de que hubiera pasado un largo período de tiempo. Muchos de los teleevangelistas son teóricos de la «brecha».

Finalmente, hay creacionistas «estrictos», quienes aseveran que la creación sucedió como fue descrita en Génesis y que el universo y toda la vida fueron creados dentro de seis días hace varios miles de años.

Las primeras dos escuelas, la «día-era» y la «brecha», aceptan la evidencia geológica de una tierra muy antigua (pero no la evidencia de la evolución), y suele referirse a ellos como «creacionistas de tierra antigua».

Sin embargo, los creacionistas estrictos aseveran que el universo entero tiene sólo de 6.000 a 10.000 años de antigüedad y se suele referir a ellos como «creacionistas de tierra joven».

Hay también otra rama de pensamiento, los «evolucionistas teístas», que argumentan que la evolución es simplemente el método que Dios usó para crear la vida, y que no hay conflicto entre la ciencia y la Biblia.
Prácticamente todas las principales denominaciones religiosas (así como la mayoría de científicos) aceptan la evolución teísta.
Aunque podrían ser considerados «creacionistas», puesto que afirman que el universo fué creado por Dios, los evolucionistas teístas son vistos por los fundamentalistas como «el enemigo» que está haciendo la obra de Satán. Sería más apropiado ver a los creacionistas fundamentaliscas como «anti-evolucionistas», puesto que la única cosa que los une es la creencia de que la teoría evolutiva es contraria a las enseñanzas del cristianismo. Ya que en esta cuestión los evolucionistas teístas están en el lado «equivocado», no son aceptados como «creacionistas» por los fundamentalistas.

Los creacionistas son insistentes en decir que su perspectiva religiosa, basada en una lectura literal del libro bíblico Génesis, es realmente una «ciencia», y no es meramente una refundición de sus creencias religiosas fundamentalistas. Sin embargo, cuando se les presiona para que expliquen en qué consiste exactamente su teoría científica, normalmente o no responden en absoluto, o lo hacen con una larga lista de críticas inexactas acerca de la teoría evolutiva (que por supuesto no hace nada para demostrar la validez científica que la perspectiva creacionista no ha podido conseguir).

Sin embargo, los creacionistas han publicado lo que ellos llaman su «modelo científico» de creación, y merece la pena observarlo (como un buen chiste y nada más). Mirando lo que ellos presentan como su «modelo científico», no es ninguna maravilla que los creacionistas prefieran depender de sus intentos para refutar la teoría evolutiva, que en su propio «modelo científico» que es patentemente tonto.

Contra ellos escribe así el paleontólogo George G. Simpson: “Ningún credo, salvo el de las fanáticas sectas fundamentalistas, reconoce por dogma el rechazo de la evolución. Muchos profesores, religiosos y seglares, la aceptan como un hecho. Y muchos evolucionistas son hombres de profunda fe […] Si un ente inefable al que podemos llamar Dios creó el Universo, posibilidad que ningún evolucionista niega, esta creación no tuvo lugar del modo en que la describe la parábola bíblica”.

De ser cierta la conjetura creacionista, habría necesidad de admitir, de todas maneras, un proceso evolutivo de transformación y generación de nuevas especies que, con el paso de las generaciones, se iría paulatinamente enriqueciendo en complejidad y variedad. Esto, al menos, es lo que observamos en el registro fósil. O habría que admitir que la creación ha sido realizada a lo largo del tiempo -creación múltiple y escalonada-, siguiendo un plan que simularía en forma perfecta el proceso evolutivo. Algo muy forzado y acomodaticio. O aceptar una teoría muy divertida: que el mundo fue creado por Dios en una fecha reciente -de 6.000 a 10.000 años-, pero bien escalonado cronológicamente por medio de fósiles de antigüedad simulada y engañosa. La obra de un tramposo que, a causa de ese mismo hecho, nunca pudo gustar en los círculos cristianos.

A modo de ejemplo cabe señanalar que un error muy común de los enemigos de la evolución darwiniana es el de rechazar la aparición de órganos complejos por su extrema improbabilidad. El error surge de considerar que tales órganos se han producido en un solo paso evolutivo y, pensado de esa manera, las cosas sí rayan en lo imposible. Que se produzca de un golpe el conjunto de mutaciones apropiadas con el fin de fabricar de la nada cerebros, hígados, riñones, corazones, ojos, oídos es como ganar cada vez una docena de loterías en forma simultánea. Un imposible que les daría la razón a los creacionistas. Pero en un tiempo razonable sí se puede ganar una docena de loterías al estilo darwiniano: en forma secuencial. Parecería que es igualmente difícil, pero no, por un pequeño detalle, clave de la potencia del darwinismo: porque las rifas consecutivas se realizan sólo entre los ganadores de las anteriores. A esto lo llama Konrad Lorenz acumulación de diseño. Así se pasó del ENIAC, el primer computador construido por el hombre, “un salón lleno de tubos de vacío con la capacidad de cálculo de un reloj digital”, como lo describió el bioquímico Steve Jones, hasta los prodigiosos supercomputadores modernos. El diseño de un computador moderno no se le podría ocurrir a ningún hombre por genial que fuese, pero a muchos sí se les puede ocurrir una pequeña mejora o novedad a los modelos existentes. Y una vez incorporada la novedad en los diseños, a otro se le puede ocurrir otra, y así… Cambios, y cambios aplicados sólo a los sobrevivientes de los cambios anteriores, pero relativamente pequeños, no a saltos largos, como lo interpretan los creacionistas, y con el auxilio imprescindible de la bondadosa selección natural.

Alegan, también, los creacionistas que la evolución darwiniana es demasiado lenta para explicar la aparición de la vida y toda su enorme variedad en tan poco tiempo. La verdad es que los mismos científicos se han planteado este problema, y algunos más, y ya se han dado pasos promisorios. Tal vez la solución definitiva del enigma pueda encontrarse en la misma estructura del ADN. Se sabe hoy, por ejemplo, que en unas pocas instrucciones es posible programar estructuras de aspecto fractaloide, visualmente muy complejas, tales como la red de vasos sanguíneos o el árbol pulmonar. Y cada día surgen nuevos conocimientos que animan a pensar que los grandes problemas planteados por la evolución son resolubles. Lo aportado por la teoría de la complejidad, más la información que se va produciendo sobre los genomas de los seres vivos permite esperar confiados en la solución de los grandes enigmas evolutivos. Y es que para tener un cabal conocimiento de la evolución es necesario revelar la estructura profunda del ADN. Porque éste parece haber evolucionado paralelamente con los organismos que él mismo codifica, hasta llegar a almacenar una cantidad astronómica de información, con una envidiable economía de medios. Por eso en apenas unos 30.000 genes ha sido posible codificar toda la información requerida para construir un hombre. Pero el genoma guarda muy bien sus secretos. Por esta razón, ya completado el Proyecto Genoma Humano, esto es, descifrado nuestro código genético, el paso siguiente será descubrir los múltiples enlaces jerárquicos que tienen que existir entre sus partes, esto es, su estructura profunda.

«La «ciencia de la creación» incluye las evidencias científicas e inferencias relacionadas que indican :
(1)Creación súbita del universo, energía y vida de la nada,
(2) La insuficiencia de la mutación y selección natural para generar el desarrollo de todos los tipos vivientes desde un único organismo,
(3) Cambios sólo dentro de límites fijos de tipos de plantas y animales creados,
(4) Ascendencia separada para hombres y simios,
(5) Explicación de la geología de la tierra por medio del catastrofismo, incluyendo la ocurrencia de una inundación a nivel mundial, y
(6) Un comienzo de la tierra y los tipos vivientes relativamente reciente.

Si queremos darle crédito al creacionismo derivado de la interpretación literal de la Biblia, debemos superar, al menos, las siguientes dificultades insalvables:
-la antigüedad del Universo conocido, muchísimo mayor que la deducible del relato bíblico;
-la evidencia fósil, que demuestra incontestablemente el paso gradual y escalonado de la vida, de lo simple a lo complejo, con la presencia, en ocasiones afortunadas, de algunas formas intermedias, y en abierta oposición a una creación única;
-la existencia de numerosas especies extinguidas (se estima en más del 99% el número de especies desparecidas), ni siquiera sospechadas por los autores del libro sagrado;
-las imperfecciones anatómicas y fisiológicas, frutos de un diseño chapucero logrado por medio de modificaciones de lo ya existente, labor impropia de un creador inteligente;
-la presencia de vestigios arcaicos, residuos de estructuras que fueron diseñadas para condiciones ya desaparecidas, y señal inequívoca de un proceso azaroso y progresivo, a todas luces no teleológico;
-finalmente, la presencia de estructuras compartidas por numerosas especies, huellas indelebles de la monogénesis u origen único de la vida y de su continuidad evolutiva, no explicable si el drama de la evolución hubiese tenido un solo acto.

(CONTINUARÁ….)

Publicación original, fotos y más información en :

La «Ciencia» de la Creación Desenmascarada. Por Lenny Flank, traducido por Hernán Toro

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Autor: deroweb

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